Una de las situaciones más temidas por un creativo a la hora de empezar una campaña es que el cliente llegue a la sala de reuniones y suelte la famosa frase de “¡Quiero un vídeo viral!” Y es que algunos siguen creyendo que sin gastar ningún presupuesto para creatividad ni inversión en medios, su campaña se compartirá en las redes sociales como por arte de magia e incluso los telediarios se harán eco de la “genialidad” de los publicistas.
El fenómeno del vídeo viral se ha hecho famoso en la era de Internet por la facilidad de acceso a la información y la inmediatez con la que una persona pueda hacer llegar cualquier contenido multimedia a la otra parte del mundo. Sin embargo, la base real de la viralidad de una información es tan antigua como la humanidad en el que entran en juego factores culturales y psicológicos.
Sobre cómo los seres humanos nos comportamos a la hora de transmitir socialmente la información John Berger ha escrito un libro titulado “Contagious: Why Things Catch On”. Según el autor, la parte más importante para que un anuncio, una fotografía o un clip de vídeo alcance el máximo de popularidad posible no recae sobre los emisores si no que la clave está en el mensaje, haciendo que éste sea capaz de generar conversación y emociones. Las razones fundamentales que mueven al ser humano a compartir aquello que conocen son el reconocimiento social, los detonantes exteriores, las emociones, el deseo de aceptación, ayudar a los demás o el sentirse parte de una historia.
Para Berger la viralidad no es suerte si no que es ciencia, pues basándose en la psicología y el estudio del comportamiento social es posible saber si una campaña generará en el público el deseo de compartirla con sus semejantes como forma de expresión personal.