El llamado “Internet de las cosas” se concibió para poder conectar los objetos a la red y así permitir un mayor control sobre el funcionamiento de cualquier aparato de la vida cotidiana. Sin embargo, en los últimos años son varios los dispositivos de medición que se han lanzado al mercado que hacen posible que se puedan monitorizar diferentes aspectos de la actividad diaria de cualquier persona y varios indicadores sobre su estado de salud.
Conocer al detalle cuál ha sido la distancia recorrida durante una jornada, las calorías consumidas e incluso las variaciones en la actividad cardiaca en los diferentes momentos del día ya no es sólo cosa de deportistas de alto nivel si no que cualquier persona pueden registrar todos estos datos. Para ello no es necesario estar conectados a un enorme aparato y llevar electrodos repartidos por todo nuestro cuerpo, sólo hace falta llevar encima una pulsera con sensores que se comunica de forma inalámbrica con el ordenador o el teléfono móvil. Ya sea por simple hambre de datos o con el objetivo de mejorar su salud a medio plazo, es posible registrar esta información, almacenarla en la nube y compartirla con amigos y familiares. Y ya son muchos los que ha decidido dar el paso de adquirir uno de estos aparatos, haciendo que sus ventas hayan crecido exponencialmente en el último año.
Los expertos en desarrollo de este tipo de hardware apuntan a que sólo estamos ante los primeros pasos de estos dispositivos y que en poco tiempo una pequeña pieza será capaz de avisarnos ante cualquier signo de alteración en nuestro organismo e incluso ponernos en contacto con nuestro médico en caso necesario, convirtiendo a los seres humanos en un elemento más de las autopistas de las información.
En un futuro, ¿será posible que las medicinas también sean digitales?
